Políticamente hablando, Puzol es un lugar complicado. Al menos los últimos años. Desde las primeras elecciones democráticas allá por el año 1979 (Qué feliz estaba yo con eso de poder votar por primera vez), tomó la alcaldía un tal José Vicente
Cuello, del PSOE. Algunos decían de él que era un hombre brillante. Otros decían que el supuesto brillo procedía simplemente de su pulida y bronceada calva. Perdonen ustedes la licencia, nada más lejos de mi intención que caer en la falacia
ad hominem, pero creo que aportarles una pincelada física es aportar personalidad. En cualquier caso,
Cuello fué elegido para dirigir los destinos de las entonces poco más de 10.000 almas residentes en la localidad. Contaba con una gran baza estratégica y de empleo: una empresa llamada COINTRA que fabricaba calentadores y calderas de gas y que proporcionaba puestos de trabajo a buena parte de los adultos varones del pueblo. Era la joya de la corona. Tanto es así que dejó hacer a COINTRA todo lo que ésta quiso, entre otras cosas, o no se enteró, o no quiso enterarse haciendo la vista gorda ante la falta de declaración de resíduos de la empresa, lo que propició
vertidos tóxicos que se calcularon en más de 1000 toneladas que fueron a parar directamente al alcantarillado del pueblo ocasionando graves daños medioambientales incluyendo la muerte de más de 300.000 doradas de una piscifactoría cercana. Coincidiendo con esta situación, por aquel entonces comenzó el declive económico y social de la población.
Pese a todo, este
brillante alcalde tan generoso con las corporaciones, pudo perpetuarse hasta el año 1995. Entonces decidió que ya había concluido su proceso mesiánico para con sus ciudadanos y cedió el bastón de alcalde a su segundo de a bordo en el PSOE, José María
Iborra. Un hombre orondo con menos brillo que su padrino, tanto en la parte externa como en la interna de la calva.
Iborra siempre deseó convertirse en alcalde y supo esperar pacientemente a que le llegase su momento. Para entonces, sus parroquianos habían alcanzado la cifra de unos 14.000 habitantes y Puzol ya no era un lugar tan plácido monetariamente hablando. La sociedad estaba infinitamente más formada y más informada que en el lejano 1979, conocía mejor sus derechos y las obligaciones a las que están sujetas tanto las empresas como las autoridades y por si fuese poco, la situación estaba jodida. El alcalde decidió por la línea continuísta queriendo arrastrar lo poco bueno que quedaba de las legislaturas anteriores ofreciendo pocos, muy pocos cambios y novedades que la situación económica y social necesitaba y exigía con urgencia.
Mientras tanto y a nivel estatal, el PP ostentaba el poder en el gobierno central y autonómico, eso tampoco es que le ayudase demasiado. Entre las trabas que le ponen las instituciones de arriba, su falta de destreza como dirigente, su manifiesta incapacidad para dar respuesta a las necesidades más perentorias, el incumplimiento de acuerdos municipales y la pésima gestión que hizo del Plan General de Ordenación Urbana, propiciaron una oposición local en plan buitre (reuniéndose en grupúsculos, asociándose y relamiéndose mientras otean al cuerpo moribundo de la presa revoloteando circularmente sobre su cabeza hasta el momento que dictaminen que ya puede considerarse carroña y pasar entonces a dar picotazos. Picotazos o mociones de censura, que para el caso es lo mismo).
Iborra fué apartado de la alcaldía en julio de 2004 tras las votaciones de los cuatro grupos de la oposición formada por EU, PP, UV y el Bloc. Los buitres consiguieron su carnaza. No deja de ser chocante la interesada asociación de EU y el PP. El agua y el aceite se unen formando una asquerosa y maloliente amalgama, los dos polos opuestos desafían la física ante nuestros ojos haciendo caso omiso a las leyes del magnetismo y la electrodinámica. Si
Newton levantara la cabeza... o si
Anguita siguiese al frente de IU habría cogido con fuerza el martillo de Thor de la bandera comunista y comenzado a dar mandobles por doquier.
El caso es que pusieron a un tipo bajito de EU frente a la alcaldía. Diríase que el tamaño de la cabeza de Juan Manuel
Busto no correspondía a tan menudo cuerpo, pero así son las cosas de la genética. Al PP, como segundo partido en votos, no pareció importarle en demasía que el nuevo alcalde no fuese de los populares, sabedores de que se trataba de un pelele ahí puesto para hacer tiempo y preparar el asalto definitivo en las próximas elecciones locales. Los buitres buitres son y afilan sus picos esperando su momento. También es cosa de la genética.
Busto, como alcalde de transición, tenía algo a favor: la juventud. Al igual que el valor se le supone al soldado, a los políticos más jóvenes se les supone ideas renovadoras que rompan con la parte oscura de lo establecido y arrojen luz sobre las mismas. Que aporten nuevos esquemas de gobierno (hablamos de un gobierno local, no de dirigir la Confederación Galáctica, no debe ser tan difícil).
Pero no hemos de obviar un elemento importante que lleva al traste con todo ello: no dejan de ser políticos. Todos. Para lo malo y para lo peor. Como todo político, jamás firmará nada que no lleve consigo un considerable aporte de autopromoción personal. Jamás moverá el culo de su poltrona si no hay una cámara que, por decreto, capte solamente su mejor perfil y elimine en la edición todo aquello que no sea su ensayada sonrisa. Jamás pronunciará nada concreto y llenará sus lamentables discursos a veces con perogrulladas vacías de contenido y a veces con descaradas e insultantes mentiras.
Busto estaba tan contento consigo mismo que se creyó que era un alcalde de verdad. En algún lugar de su enorme cabeza, tanta autofelación le llevó a estar convencido de que él era alcalde porque los ciudadanos le habían puesto ahí. Nada más rejos de la realidad. Al igual que en el famoso cuento “El traje nuevo del emperador”, creía salir a la calle arropado por la legítima alcaldía cuando en realidad es que estaba sin nada. El PP fué el encargado de “hacerle el traje”. Por una vez, el PP no recibía trajes, sino que los regalaba gustoso.
Y así se cumplió el guión y en las elecciones de 2007 los conservadores ganan las elecciones por mayoría simple y ponen a Mariano
Sanchís en el sillón presidencial del salón de plenos. Tantos años agazapados y ahora el PP por fín gana la alcaldía.
Sanchís ofrecía la imagen de un tipo serio. Me refiero no a la seriedad como valor personal, sino a que no se prodigaba en sonrisas y daba la impresión de no tener mucho sentido del humor. Seguramente ello era debido a la postura rancia de los más estirados fachas a los que seguramente admiraba. Siempre me pregunté porqué no se dejaba crecer un ridículo bigotito franquista de esos que se ven a menudo en los actos peperos. Creo que era debido a que alguno de sus concejales ya lo tenía bajo su nariz y no le gustaba ser segundón.
Sanchís llevó a cabo las políticas propias de su partido obteniendo con ello lo que cabría esperar: la reprobación de todo el mundo. Le achacaron cuentas que no cuadraban, facturas que no estaban claras... Cuando se dio cuenta del monumental desaguisado ya era tarde y su rostro pasó de la seriedad autoimpuesta a algo que podíamos denominar miedo escénico. Baste decir que al poco tiempo hasta sus socios de moción de censura ya se arrepentían. El broche final lo puso queriendo establecer toros
por decreto. O sea, ofreciendo pan y circo al personal para que estuviesen entretenidos. Todos vieron las orejas al lobo. ¿Eran tan inútiles como para suponer que el lobo no tenía orejas? Pero claro, la lógica no impera en política. Como resultado de todos estos tejemanejes, tres miembros de tres formaciones políticas distintas habían logrado ocupar la alcaldía en un plazo de 4 años. No está mal como reparto de la tarta.
Pero ahí no acaba todo. La mayoría simple del PP se mantenía en un frágil equilibrio y cogida por los pelos dada la afición de los buitres a la carroña. ¿Que creen que le ocurre a un buitre débil y malherido que en su agonía es incapaz de levantar el vuelo? Pues eso, que acaba siendo pasto del resto de buitres.
La población en general ya tomaban todo esto como algo de coña cuando se anuncia otra moción de censura y entonces ya se convierte en la risa generalizada. Ya saben, eso de reír por no llorar viendo el panorama político circense que tenían que sufrir. Dicen que cada sociedad tiene a los políticos que se merece, pero sinceramente no creo yo que mis vecinos y yo mismo hayamos cometido tantísimos pecados horribles como para ser obsequiados con esta pandilla de trepas con ansia de poder y dinero.
En este último movimiento en agosto de 2009, el ex-alcalde de EU (ahora en una coalición llamada Acord d'esquerres)
Busto se alía con los socialistas para
derrocar a su ex-amiguito del PP
Sanchís y colocar a su nuevo amiguito José Vicente
Martí (PSOE) al frente del gobierno municipal. Hay otro partido por ahí rondando, PAVALUR, pero son mera comparsa tan sólo interesada en una parte de la población (la de las urbanizaciones de lujo de los adinerados) menospreciando a la chusma que vivimos en los barrios bajos. De éstos ya hablaré en otra ocasión así como del resto de partidos, hoy solo toca tratar las generalidades.
Fumata blanca y
habemus nuevo alcalde. Otro más. José Vicente
Martí no nació en Puzol. Eso no era un impedimento, de hecho, varios de sus predecesores tampoco eran hijos del pueblo, incluso uno de ellos nació en otro país por las cosas de la emigración de españoles hacia tierras menos convulsas en los tiempos en los que llevar ridículo bigotito fascistoide era cosa común y hasta respetada.
Ahora tiene su foto oficial realizada en su despacho, una de esas fotos típicas y tópicas hasta el vómito en las que un señor encorbatado mira a la cámara intentando no parecer idiota mientras sostiene un bolígrafo entre sus manos haciendo ver como que trabaja. Habrán visto miles de esas. Habría que colgar del escroto a todos aquellos fotógrafos capaces de perpetrar semejante porquería. El caso es que
Martí coloca a
Busto y a otros dos de sus acólitos de EU en cómodas y jugosas concejalías a modo de pago por los servicios prestados. El resultado es que siempre hemos tenido unos gobernantes locales que han estado ahí por lo bien que han maquinado sus ascensos personales. Cualquier alcalde íntegro consideraría a los que él creyese mejores para los puestos a desempeñar. Pero no, aquí hay que pagar los cambios de chaqueta. ¿Y los ciudadanos? Bah... a esos que les den.
Una vez relatadas las peripecias políticas más importantes, ya estarán ustedes preparados para entrar en materia e ir conociendo algunos de los entresijos de este Ayuntamiento de tres pistas con sus domadores, sus fieras, sus buitres, sus perritos lamechochos, sus equilibristas y sus payasos.
Pero eso será en la próxima ocasión.