Sólo hay que ver como ha cambiado nuestro pueblo.
Donde antes todo eran BMW horteras con su barra de bar detrás, ahora se ven caras bajas arrastrando los pies por la calle...
Y quien no quiera asumir su parte de culpa, que vaya espabilando (o que se fije en el dato del creimiento de la deuda privada).
Pero como dice este artículo, mas pronto o mas tarde, esta tormenta pasará...pero esperemos que nos haya servido para aprender la lección y no dejemos que vuelva a suceder.
El hombre es el animal que tropieza dos veces en la misma piedra. La historia tiene ejemplos suficientes para demostrarlo y entre ellos está la crisis económica. Desde que estallara hace ya más de cuatro años, se han cometido errores que deberían convertirse en enseñanzas para todos. He aquí algunas de ellas:
- Negar la realidad aguardando a que ésta se resuelva sola es un mal camino. Los últimos gobiernos que se han visto obligados a gestionar esta crisis han caído en el mismo error: cerrar los ojos esperando que la tormenta cesara. El Gobierno de Zapatero comenzó llamándolo aterrizaje suave y desaceleración y tardó un tiempo, que hoy se antoja clave, en aceptar que España se acercaba al precipicio. El Ejecutivo de Rajoy no ha sido menos y ha optado por dejar pasar el tiempo, pensando que la presión sobre el país se rebajaría. Nada más lejos de la realidad.
- Basar una parte importante del crecimiento de un país en el endeudamiento privado masivo puede ser un boomerang que, al final, acaba golpeándote. En este post de Marco Antonio, el dato es demoledor: en sólo siete años (desde 2001 a 2008) la deuda privada pasó del 100% al 200% del PIB, creciendo a una velocidad promedio del 10% anual sobre el crecimiento del PIB.
- Alimentar una burbuja económica es pan para hoy y hambre para mañana. No se aprendió de la que estalló en el sector de las puntocom, a principio de la década de 2000, llegando a la decisiva: la de la construcción. Hincharla durante años permitió crecer a una gran velocidad pero causar un desplome más pronunciado (tanto económico como financiero) con el pinchazo. Una caída cuyas consecuencias vivimos hoy con la multiplicación de los activos tóxicos en las entidades financieras, el incremento exponencial del desempleo y la consecuente generación de un hueco difícilmente reemplazable en el corto plazo en el sistema productivo del país.
- No pedir ayuda a tiempo puede generar un problema aún mayor. Primero, el Gobierno de Zapatero cerró los ojos ante la realidad del sistema financiero español (allá por 2008 lo incluía en la ‘Champions League’). Después, Rajoy ha pospuesto hasta límites irresponsables la decisión de reclamar apoyos en Europa ante la durísima presión de los mercados.
- La austeridad como única y exclusiva alternativa a esta crisis ha resultado infructuosa. No es que el gasto público excesivo sea la mejor opción ni mucho menos, pero colocar como prioridad absoluta la reducción del déficit sin estímulos para el crecimiento ha concluido en un ahogamiento de la economía y, por ende, en una segunda recesión.
- La desregulación total en las manos equivocadas puede acabar convirtiéndose en un grave problema. Y aquí llega otra enseñanza más: el Banco de España debe convertirse en un supervisor real y no en un simple convidado de piedra como ha ocurrido en la quiebra de entidades financieras o en los excesos de los directivos de algunas entidades.
- El euro no es absolutamente irreversible y sólo con más Europa y con una política económica integradora, en la que no haya dos divisiones ni distinciones ni filias ni fobias particulares, se logrará su estabilización.
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