SEÑORÍA, QUE ME PARTO

Saludos, ciudadanos.

Ante todo, mis disculpas por mis repentinas desapariciones del blog, pero he estado ocupado en otros asuntillos personales, tal como la recapitalización del ingente patrimonio inmobiliario que poseo, el cuidado de mis viñedos (este año la cosecha sugiere un excelente tintorro para calimotxo), y sobre todo, la desfloración de 72 vírgenes para que Gadaffi se quedase sin mojar el churro tras morder el polvo.

He de confesar que para esto último he necesitado ayuda y se han tenido que unir otras 36 jovenzuelas para compensar así mi conocida voracidad sexual.

Mientras andaba yo involucrado en estos menesteres, han ido sucediéndose algunos hechos de diverso calibre: unos terroristas dicen que cesan la actividad armada, lo cual está muy bien para todos excepto para Mayor Oreja y su negocio de escoltas. También hemos podido corroborar que, electoralmente hablando, la diferencia entre una precampaña y una campaña son tres letras pero los candidatos son igual de borricos, que nuestro Ayuntamiento es de los que menos edictos publica en el BOP en millas a la redonda (fruto de su intensísima y laboriosa inactividad), y que más denuncias derivadas de comentarios aparecidos en este blog se han ido resolviendo con sentencias absolutorias para los acusados y profunda vergüenza para los denunciantes que estaban metidos en política.

Permítanme que les cuente (ahora que ya se puede), el último caso de estos últimos, o al menos los aspectos más sorprendentes del mismo (venga, sí, daré nombres):

Hace unos meses, Juan López Armero, el que fuera Secretario de Busto cuando éste fué Alcalde, y que trabajó como asesor en el Ayuntamiento después, interpuso una denuncia contra Enrique Donate por un supuesto comentario homófobo aparecido en este blog y que López achacó a Donate pese a aparecer como anónimo. En este punto, he de hacer un inciso e informar que tal comentario fué borrado a los pocos minutos (cosa que hice yo personalmente), además de un posterior comentario del verdadero Donate aclarando que él no era el autor de tan vergonzante texto. Al parecer, López no tuvo en cuenta nada de esto y finalmente acudió a los juzgados. Pues vale.

Hace un par de semanas, el día fijado para la vista, Donate acude -como es lógico- con un abogado que le representa, mientras que López asiste con la Concejala Estrella Carcasona como acompañante y decide representarse a sí mismo. Sorprende la actitud del denunciante, que, o bien está muy seguro de su acusación, o bien no es muy conocedor de la mecánica judicial. Allá él.

Durante la sesión, lógicamente, Juan López nunca pudo demostrar lo que nunca sucedió, y ante las preguntas del abogado defensor y de la Magistrada sólo pudo intentar que no se desbocase lo que parecía rabia incontenida pero sin fundamento alguno. Quedó patente que el denunciante quiso embutir con calzador una acusación que únicamente era sustentada por anteriores rencillas personales y políticas. Pero bueno, era su táctica y hay que respetarla, aunque evidentemente, estaba condenada al fracaso.

Finalmente ha salido la sentencia absolutoria, lo que también puede provocar el recurso de la misma por parte de Juan López, como la acusación por falsa denuncia por parte de Enrique Donate. No creo que ninguno vaya a prestarse a la idiotez de continuar la cadena y en teoría todo debería quedarse tal y como está.

Hasta ahí la información de los hechos, de los cuales no puedo resistirme a contarles la anécdota que siempre suele producirse en este tipo de situaciones:

Juan López se atribuyó el papel de víctima ante unas declaraciones anónimas que nunca le nombraron ni estaban explícitamente dirigidas a él, por lo que ante la imposibilidad de probar que él y no otra persona eran el objetivo de las difamaciones, no se le ocurrió otra cosa que comentarle a la Magistrada:

- SEÑORÍA, ¡¡ES QUE YO SOY EL ÚNICO MARICÓN DEL AYUNTAMIENTO!!

Lo siento, no puedo seguir. Tengo que ponerme serio para escribir el próximo artículo y me temo que la risa me va a durar más de lo que suponía.