MIEDITOS

Saludos, ciudadanos.

Miedo.
El miedo es una respuesta natural ante el peligro. A modo de ejemplo, si salimos del cine y somos abordado al girar la esquina por un indivíduo armado con un cuchillo, experimentaremos diversas reacciones: se activa la amígdala cerebral del lóbulo temporal con lo que se incrementará en décimas de segundo el metabolismo celular. Esto significa que el corazón bombeará sangre a mayor velocidad para poder llevar determinadas hormonas a las células, sobre todo la adrenalina. Aumenta la presión arterial y fluye la sangre con preferencia a los músculos mayores, en especial a los de las extremidades inferiores por si hay que salir por piernas, se dilatan las pupilas para facilitar la admisión de luz con el objetivo de no perder detalle y el sistema límbico fija su atención en el sujeto amenazante deshechando todo lo demás. Estos cambios nos facilitan una respuesta rápida ante el peligro y de ello se deduce que tener miedo es algo muy conveniente cuando el peligro es real.

Por el contrario, si tenemos miedo a un peligro irreal (bien sea porque nuestra mente nos ha hecho creer que es real o simplemente porque es un miedo inducido por terceras personas), ante la falta de una clara amenaza en la que poner nuestra atención, lo único que conseguiremos será una buena taquicardia, abundante sudoración, temblores, dispersión de la atención, falta de control en riñones y vejiga así como también pérdida del control sobre la conducta. Lo que llamamos comúnmente cagarse la pata abajo, vamos.

Miedo real y miedo irreal. Pues ya tenemos los dos tipos de miedo, ¿no?
Pues no.

Hay un tercero, el miedo a hacer algo que pueda desencadenar un peligro. El miedo a actuar "no sea que la cosa se ponga peor". Este es el miedo que practican los gobiernos para dominar a los individuos y mantenernos en permanente estado de bloqueo, aceptando injusticias e impidiéndonos cualquier acción o muestra de criterio, generando en la sociedad una situación de vulnerabilidad para conseguir hacernos manipulables y someternos a sus decisiones políticas, económicas o sociales.

De este último tipo de miedo todos conocemos muestras recientes. Las campañas políticas suelen amenazar con que los demás partidos representan un peligro para el conjunto del país y así el PP nos dice que si gana Podemos, España será la ruina bolivariana, el PSOE dice que si gana el PP tendremos opresión y más recortes, y Podemos dice que si ganan unos u otros las pasaremos putas. Todos ellos se creen diferentes y diferenciadores pero al fin y al cabo todos ellos son iguales y usan las mismas tácticas del miedo.

Tanto es así que no deja de percibirse miedo en los ciudadanos hasta para expresarse en foros, debates, tertulias, redes sociales o charlas de bar que traten sobre política. Es curioso que algunos confiesen ante todos tener miedo a decir lo que piensan en público mientras que en sus círculos privados de pequeños partidos vociferan y echan pestes contra estos y aquellos. Otros por el contrario, confiesan no tener miedo, opinar con libertad y dormir como un lirón cuando realmente tienen un miedo atroz al rechazo de su propia gente por si se salen del redil del pensamiento único de su partido. Los primeros, al no opinar más que en petit comité, no sirven de nada al conjunto de la sociedad ya que forman parte de los acomplejados incapaces de generar opinión y criterio. Los segundos, embutidos en su ideario partidista, no por opinar mucho y muy fuerte nos sirven para nada tampoco, ya que repetir una y otra vez la misma ideología no solo no nos va a abrir la mente sino que pretenden cerrárnosla todavía más.

Me pregunto el porqué hay gente que no opina con libertad, sea o no integrante de un partido político. Me pregunto el porqué la gente que sí opina lo hace casi siempre de forma partidista y a modo de propaganda. Me pregunto el porqué no hay más gente deseosa de tener criterio propio no partidista y de no dejarse llevar por una u otra ideología.

Y me temo que me lo seguiré preguntando durante muchos años.