jueves, 6 de noviembre de 2014

COMO LA HOJARASCA

Saludos, ciudadanos.

Estamos en pleno otoño y las hojas de las caducifolias se debilitan, pierden la identidad del lozano color verde y se tornan amarillentas hasta que una vez secas caen con delicadeza a los pies del tallo que una vez las vio nacer. Allí adoptan los marronáceos tonos finales de su trayectoria vital. Forman la hojarasca, ese conjunto de hojas quebradizas que crujen y crepitan al ser pisadas y que cuando se descomponen acaban alimentando y proporcionando energía a la misma tierra de la que se nutrieron durante meses. El ciclo de la vida, dicen. La naturaleza nos muestra una variante de la siempre repugnante muerte pero, sabia ella, no se olvida añadirle un espléndido estallido de belleza a la despedida.


Estamos en pleno otoño y ahora es época de muerte, de hojarasca. Todavía habremos de esperar mucho tiempo para ver brotes verdes. Lo dice la naturaleza y lo dicen los economistas, esos que pronostican el futuro de la riqueza de un país sabiendo que siempre llega una primavera pero no siendo capaces de decirnos cuándo. No se preocupen, en el momento de la llegada ya dirán que lo adivinaron. No son sabios como la naturaleza, que pone cada estación en su lugar y momento sin importarle que nosotros creamos que ha sido un verano demasiado largo, o que ya tocan otras temperaturas. Ella sabe cuándo y porqué, despreciando con desdén juguetón a los necios que fallan al augurar algo tan cíclico como las estaciones. Esos mismos gurús ahora mismo se encuentran en un brete porque si normalmente ya tienen que lidiar con futuribles en medio de una crisis económica, ahora han de añadir un obstáculo nuevo en el panorama español: la crisis de los políticos y de los dos grandes partidos tradicionales, inmersos en tramas de mentiras, corruptelas, mentiras, sobres, mentiras, blanqueos y más mentiras.

Estamos en pleno otoño y algunos partidos se debilitan, pierden la identidad de sus colores y ya amarillean. Una vez secos caerán ante la ciudadanía que una vez les vió nacer. Allí adoptarán los marronáceos tonos finales de su trayectoria vital. Forman la hojarasca, ese conjunto de hojas quebradizas que crujen y crepitan al ser pisadas. El ciclo de la vida, dicen. Bella despedida.

1 comentario:

  1. Anónimo11/06/2014

    He visualizado el marrón como el color de la mierda.
    Muy buen artículo.

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