Saludos, ciudadanos.
Casi
cinco horas de Pleno. Five hours, que se dice pronto. Pues no, se tarda
cinco horas en decirlo. Más largo que un día sin pan, que la laaaaaarga
infancia de Heidi y que el campo de Oliver y Benji juntos.
Creeran
ustedes que tal extensión obedece a duras batallas dialécticas,
encontronazos, intercambios de geniales ideas o enconadas discusiones.
Pues tampoco, oiga. Ha sido de lo más insulso. No es que esperásemos
verbo florido, crítica ingeniosa o frases inteligentes a la par que
afiladas; nuestros concejales distan mucho de parecerse a Quevedo y
Góngora, pero bueno, tampoco nos merecíamos una retahila de frases
chuscas más típicas de Coto Matamoros y José Mota...
Para no hacer esto más largo que el propio Pleno tendré que resumir lo que iba a ser el resúmen, valga la redundancia:
LLegamos
a las siete o'clock. Las siete o'clock es esa hora antes conocida como
las ocho o'clock tras pasar por un estúpido y reciente cambio de hora
que nadie entiende si no es para joder a la ciudadanía. Estamos el
público asistente habitual más tres o cuatro nuevos que, horrorizados,
no creo que vuelvan. Arriba, los grupos políticos presentan sus
alineaciones sin bajas. Bueno, alguna baja sí hay, pero ya es adulta y
no creo que crezca más. Han cambiado la foto del Rey. Iban a poner una
en 3D pero ese día le pillaron empalmado y no era plan, así que han
elegido otra en la que resalta su campechanía, aunque sigue teniendo
cara de Borbón y se nota a la legua que no es de fiar.
Esta
vez me acomodo lejos del Intendente de policía, que como fuí a la
última mani igual me troncha a porrazos, que he visto yo en la tele que
algunos tienen la porra muy larga. De repente, todos nos asustamos y nos
da un vuelco el corazón: una extraña figura emerge tras una puerta chirriante.
Debe ser alguien que no se ha acordado de desmaquillarse tras la noche
de Halloween. Una posterior inspección nos revela que es la Alcaldesa
con su cara habitual.
Comienza el Pleno:
