100 DIAS Y MÁS DE 100 ESPOLONES

Saludos, ciudadanos.

Franklin D. Roosevelt llegó al poder en medio de una crisis financiera masiva: desocupación, crisis bancaria... Estados Unidos tenía un problema de confianza. Creó una agenda de 100 días, con nuevos proyectos, para cambiar la situación. En poco más de 100 días, se lanzó una primera versión del New Deal y el Congreso aprobó 15 proyectos de ley importantes. En 100 días, cambió Estados Unidos. Desde entonces existe la convención de dejar este margen de tiempo a los presidentes antes de pasar a la crítica activa.

¿Y a los alcaldes? Bueno, pues también, ¿Por qué no? Total, el que la tiene que cagar bien cagada, lo va a hacer igual, y es normal conceder un periodo para que se informen del estado real del pueblo antes de tomar decisiones. Pero mientras tanto... ¿Qué pasa con la oposición?

Pues si son seguidores de este blog, más o menos sabrán que en Puçol la cosa está muy revuelta. A tenor de los últimos acontecimientos, hoy toca hablar de ellos.

A riesgo de ser repetitivo, redundaré en la idea de sostener que LA OPOSICIÓN ES TANTO O MÁS IMPORTANTE QUE EL GOBIERNO. Ya que los ciudadanos de a pie no tenemos la oportunidad de acceder a según qué documentos oficiales (al menos en el tiempo y forma que ellos la reciben), es tarea de los partidos que NO gobiernan la labor de controlar y fiscalizar correctamente al equipo gobernante. La oposición no está ahí simplemente para decir "no" a las propuestas rivales, es más; habrá muchos puntos de coincidencia entre sus respectivos programas electorales y es entonces cuando ha de primar la coherencia para con sus votantes. Para ello, además de su propia voz y voto en comisiones y plenos, cuentan con el inmenso poder de la difusión de la información que reciben de primera mano para, dado el caso, convocar movilizaciones ciudadanas.

Bueno, esa es la teoría, pero ¿qué tenemos en la cruda realidad?
Pues una pelea de gallos.

Ahora que el gallo Pepe manda en el corral tras mantenerse agazapado algunos años haciendo pesas en el gimnasio sin que nadie lo viese acumular musculatura, el resto de gallos, en lugar de apuntarse al GYM para poder plantarle cara en el futuro, se están dedicando a absurdas contiendas entre ellos. Uno de los gallos, el que hasta hace poco tenía la cresta más enhiesta, ahora la tiene flácida y colgandera. Normal, no era precisamente el más fuerte cuando mandaba, pero tenía el apoyo de otro gallito ya conocido en el corral por su beligerancia y sus constantes cambios de actitud. Igual estaba a tu lado, que igual te clavaba el pico en un ojo en menos que canta un gallo cuando le dieses la espalda. El caso es que juntos, en su momento hicieron suyo el corral y ahora que la corona la tiene otro, en lugar de hacer puntos contra Pepe para volver al trono, se están dedicando a dar picotazos a un nuevo gallito recién llegado.

El nuevo también tiene peligro, ha entrado en el corral queriendo kikirikear antes de tiempo, y en este tipo de recintos ya se sabe: o se respetan los galones, o te lloverán los espolones, que aquí gallitos quieren ser todos, faltaría más.

El gallo Pepe, que antes rezaba (sobre todo en la Misa del Gallo) para que no le tocasen mucho los espolones, ahora está alucinando porque sus rivales se están dejando las plumas entre ellos, y vive feliz sabiendo que si algún día sus gallos rivales lograsen cantar al unísono haciéndole sombra, siempre puede recurrir a otro gallo, uno ocioso y bien alimentado que siempre ha pasado de todo, para que le eche un cable. Éste, a cambio de un poco más de mijo es capaz de cantar lo que le digan, aunque sea haciendo gallos con la voz, que total, tampoco está ahí para que cante mucho.

Y así, queridos amigos, tenemos al gallo de cresta empinada que no sabe cantar, pero pagando hay otro gallo que le hace el playback. Los tres gallos restantes, desplumados, heridos y achacosos, no son capaces más que de pelearse como bufones para divertimento de Pepe.

Ah... ¿me pregunta usted por las gallinas? Esas, como siempre, mal folladas.

Por eso en este pueblo hay tan pocos huevos.