Saludos, ciudadanos.
Sometidos como estamos a la vorágine suicida de nuestro tiempo, distraídos y ocupados con la crisis sistémica, asfixiados por el paro, los precios y las reformas, no acabamos de tomar conciencia ni actitud acerca de los grandes cambios a los que estamos abocados en un plazo más breve de lo que suponemos.
Ni la sociedad ni las instituciones estamos adoptando las medidas necesarias para afrontar los enormes retos que tendremos ante nosotros en las próximas décadas. Cuestiones con un enorme poder transformador como el cambio climático, el agotamiento del petroleo, el acceso al agua, la crisis alimentaria, la superpoblación o la crisis energética, parecen relegadas al rincón más profundo de la conciencia colectiva a pesar de ser poco menos que inminentes.
Nos encontramos en un carrera desbocada hacia el abismo y por si no fuera bastante el impulso que los países desarrollados estamos dando, llegan ahora pujantes potencias emergentes como China, India, Rusia y los países del Pacífico asiático asumiendo los “valores occidentales”, ellos también quieren consumir sin límites.
Sin embargo nadie parece querer ver que la situación a la que estamos llevando los recursos del planeta es extrema, nadie quiere asumir que vivimos en un planeta finito y por lo tanto, la mayoría de sus recursos son susceptibles de agotarse, recursos que resultan imprescindibles para mantener nuestra actual forma de vida. Se hace muy difícil intentar imaginar un mundo sin petroleo y sin embargo, las reservas no se estiman más allá de treinta años.
Es increíble que, como sociedad, no estemos preparando ya este momento puesto que dependemos enormemente de este recurso como fuente de energía, como base de la agricultura, como materia prima para la elaboración de plásticos, etc.
Esta situación, trágica en principio, ofrece por contra unas enormes posibilidades de desarrollo a todos los niveles, económico, técnico y por descontado, social. No obstante para poder disfrutar de una “agradable” transición deberíamos empezar a trabajar ya en esa línea. Si se dilata la toma de conciencia y la actuación los cambios resultarán muchísimo más traumáticos.
Así pues, conviene que tengamos presente estas premisas para poder planificar con garantías el futuro, ya que cada día que pasa sin actuar es un día más acelerando los procesos anteriormente mencionados que, además, en algunos casos actúan como catalizadores entre ellos.
Por lo tanto, como ciudadanos, debemos exigir a nuestros representantes y a las instituciones en todas sus instancias, local, autonómica, nacional y europea que empiecen a trabajar inmediatamente de una forma decidida y contundente en:
Frenar el cambio climático.
Desarrollar la producción energética a partir de fuentes renovables.
Optimizar la relación con el recurso agua.
Desarrollar la producción de alimentos con criterios ecológicos.
Transformar la economía desde el punto de vista de la oferta al de la demanda.
Establecimiento de una renta básica ciudadana y una redistribución más equitativa de la riqueza.
Exportar de forma generalizada estos planteamientos.
En próximas entregas iré profundizando en cada uno de estos aspectos.
Salud y república, amigos.
yo estoy totalmente de acuerdo con todo, lo que pasa es que los que tienen las responsabilidades sobre estos temas piensan diferente
ResponderEliminarnada hombre me parece muy bien todo eso pero diselo a los jeques,el dia que se acabe el petroleo el mundo será un caos un apocalipsis total,pero eso ya llegará,lo he visto en el cine y no se ira mucho de las peliculas o sí.
ResponderEliminarrober, creo que la realidad superará ampliamente a la ficcion. si no mira Japón. ni el más imaginativo de los guionistas se hubiera atrevido a tanto. lo habrian tachado de catastrofista y agorero. pues toma chute atomico de realidad.
ResponderEliminarDicho sea con todo mi apoyo al pueblo japonés.