NOISIEL, TIERRA DE MORDOR: CHAPTER ONE

Miércoles 22. 16,30 horas según mi flamante Seiko Kinetic. Arrejuntados frente al Centro de Salud estamos los 24 componentes de la expedición "A Noisiel, ni jarto de Moscatel". 24 valientes y valientas que no hemos dudado en adentrarnos en las recónditas tierras de Mordor para dejar bien alto el pabellón de Puçol allende los Pirineos.

Hace un calor de mil demonios, pero lejos de amilanarnos sabemos que eso nos curte en la peligrosa misión que hemos de afrontar. Las terribles noticias que nos llegan de las tierras de Mordor hablan de seres infrahumanos que sobreviven en un hábitat inhóspito y cuyas primigenias formas de vida consisten en deformes criaturas que hablan raro, viven en una república, tienen cuernos y rabo y desayunan tiernos infantes untados en mostaza de Dijon. Como los comunistas, pero con glamour, vamos.

16,50 horas según mi flamante Seiko Kinetic. Estábamos haciéndonos a la idea y encomendándonos al Santísimo cuando apareció de repente tras unos contenedores una figura amenazante seguida de otro ente aterrador. Yo ya estaba preparado con la cota de malla y el hacha de guerra a dos manos para comenzar a arrear mandobles a los orcos. No supe cómo habían llegado hasta nosotros ni de qué manera supieron que íbamos a explorar sus tierras y estuve a punto de abrirle la cabeza al más gordo. Menos mal que me avisaron a tiempo diciéndome que se trataba de la concejala de Viajes Chorras, una tal Eloísa, que venía acompañada de la nueva alcaldesa Merche Sanchis. Podían avisar, joder, sustos así no son buenos. Dije que ya se podían quitar el disfraz, pero me aseguraron que no, que ellas son así.

Ya dentro de uno de los microbuses nos dieron la brasa con lo de portarse bien, llevar el orgullo puçolense y tonterías de esas. Ni que fuésemos niños, que el más jóven de nosotros ya se ha roto la cadera siete veces. Yo sigo creyendo que son espías de Mordor. Hablan raro. Me juran que no, que estoy equivocado y que son de aquí. Pues no sé yo qué orgullo vamos a defender si la alcaldesa es esa señora y parece uno de ellos... por si acaso mantendré el hacha cerquita, no sea que me arree un bocado a traición.

17,10 horas según mi flamante Seiko Kinetic. Por fin nos ponemos en marcha hacia el aeropuerto. Vamos cantando en el microbús eso de "qué buenos son los padres escolapios", pero el conductor nos saca tarjeta amarilla porque dice que ahora que manda el PP no podemos meternos con la iglesia ni cantar piezas sacrílegas. Como castigo nos rocía con el chorrazo del agua residual del aire acondicionado. Nada como una ducha de agua fría o una lobotomía para volver al redil del Altísimo. Hacemos el resto del viaje en silencio rezando el Rosario que nos hemos fabricado usando como cuentas los dientes de Doña Puri, que se quejó de su tarjeta amarilla cagándose en Dios, pero el conductor la pilló. Se tomó en serio la canción de Juanito Valderrama, esa de "Me voy a hacer un Rosario con tus dientes de marfil". Ahora solo quedamos 23, gracias a Dios. Esto se torna emocionante.

19,02 horas según mi flamante Seiko Kinetic. Nos embarcan en el avión de vueling al grito de "Ahí va la piara de viejos". Nos arrean con una vara para que ocupemos cada uno nuestro sitio, excepto Lola, que ocupa dos. Menos mal que ya es veterana de mil y una migraciones y sabe cómo colocarse el reposabrazos abatible que hay entre asiento y asiento de forma que se sienta cómoda. Muy cómoda diría yo a tenor de su cara de satisfacción. Las auxiliares de vuelo (hay indocumentados que las llaman "azafatas"), nos instan a probar bellotas, pero nos damos cuenta que quieren cebarnos para cuando aterricemos en Mordor y así comernos mejor. No picamos, si quieren chicha tendrá que ser royendo nuestros escuálidos huesos. Para aprovechar el viaje, vamos desarrollando la estrategia a seguir una vez en Noisiel: Vicent colonizará a golpe de martillo en el cráneo a las bestezuelas que pueda y les enseñará el "Valencià de l'Horta" por las malas o por las peores. Emilio plantará la bandera de Puçol en lo alto de su guarida, atravesando la muralla a pellizcos si hace falta. Doña Carmen hará una hoguera con sus inmundos quesos e impondrá el Formatge de Caçoleta de Puçol sesgando las gargantas que hiciesen falta mientras el fantasma desdentado de Doña Puri se aparecerá en las pesadillas de los orcos hasta que la diarrea les consuma por dentro. El resto, por orden de la alcaldesa, a EuroDisney, a sodomizar al Pato Donald y tomar de rehén a Minnie Mouse para tratar de hacerle cantar sobre el secreto de pasar de ser "La Rata" a "aaaaaaaay, mira que ratoncita más mona".

Ya estamos en Noisiel. No sé que hora es porque nada más aterrizar algún hijoputa nativo me ha robado el Seiko Kinetic, pero parece que anochece y estamos a merced de las tropas de Mordor. Huele raro, como a limpio, muy diferente de nuestro pueblo. Será una treta para atraernos al perfume de la muerte. Estamos hambrientos, ojalá hubiese aceptado las bellotas del avión. Aún no hemos divisado ningún orco rojo pero si nuestras tripas siguen rugiendo seguro que atraeremos a varias hordas de criaturas de la noche sedientas de sangre valenciana. El aeropuerto es nuestro bastión, mas hemos de encontrar un refugio seguro. Don Manuel, antiguo legionario y ahora nuestro estandarte, ya se ha atado el braguero y enarbola la bandera de Puçol mientras grita -cuando el enfisema y las toses le respetan- vítores, cánticos y aguerridas marchas militares. Lástima que esté medio senil y no se acuerde de la letra, pero su "porropóm pom pom tararí tarará, vamos pallá" surge efecto y nos llena de la furia necesaria para adentrarnos en territorio hostil.

- CONTINUARÁ -