EN DEFENSA DE JUANCA

Saludos, ciudadanos.

Lo curioso, lo bonito, lo sorprendente de las conversaciones con los amigos, es que empiezan con un "Hola" y nunca se sabe cómo ni de qué forma van a acabar. Anoche sin ir más lejos, conversando con los amigos Lucio Cornelio y Seiduna sobre nuestros planes para conquistar territorios ajenos y expandir nuestras tropas más allá de las fronteras enemigas, en un momento dado de la charla surgió el nombre de un conocido común que atrapó nuestra atención durante unos minutos.

El tipo en cuestión es Juanca, al cual llamamos así debido a sus innumerables y larguísimos apellidos.

Mis amigos sostienen que es una de esas personas que, si dejasen de existir, harían del mundo un lugar mejor. Creen firmemente que Juanca es un sujeto que representa muchos de los males de la sociedad, y en este aspecto no les falta razón. A mí también me molestan infinidad de cosas de Juanca, tal como sus arcaicas ideas sobre la religión, la familia, la defensa de lo nacional, su gusto por los toros... pero bueno, personas así las hay a patadas y digo yo que no hay que cebarse con él en concreto. De hecho me dan ganas de defenderle, y de ahí nace este artículo.

Juanca viene a representar con sus ideas ni más ni menos el españolito medio de derechas, lo cual no es ni bueno ni malo; es así. Lo extraño sería que no fuese de derechas ya que ha sido educado desde su primera cagadita de bebé en el seno de una familia conservadora y no le han dado muchas oportunidades siquiera de acceder a una educación que no estuviese basada en los rancios valores patriotas y religiosos de su época de estudiante. ¿Qué esperan de una persona así? El pobrecillo sólo ha conocido un tipo de educación y bastante hizo con poder seguirla a duras penas dada su limitada capacidad intelectual. Es más, pese a parecer de derechas sé de buena tinta que nunca ha votado a los partidos conservadores.

Quizá si le hubiesen dejado tener acceso a experiencias "de campo", es decir, a mezclarse entre las muchedumbres de distinto palo político y económico, Juanca a lo mejor habría tomado otro rumbo, pero no. Siempre estuvo entre lo más granado de la élite social y no conoció otra cosa porque su entorno no se lo permitía. ¿Acaso no les da pena? ¿No se entristecen ustedes ante esta falta de libertad sufrida por el muchacho? Charles Dickens no hubiese imaginado peor infancia para un chico de su edad. En comparación, Oliver Twist era un privilegiado ya que tenía lo que a Juanca siempre le negaron: libertad.

El resultado es que debido a estos lastres y condicionantes, evolucionó a lo largo de su vida convirtiéndose en un joven educado pero con ese fondo bobalicón innato en todos aquellos que, en el fondo, no saben lo que es la vida ya que han estado recluidos en su falsa burbuja ajena al mundo real. No le culpemos por ello. Nunca tuvo la oportunidad de decidir por él mismo. Yo recuerdo que mi madre quería que yo fuese médico y me daba la tabarra para que esa profesión la tuviese grabada a fuego como destino inevitable. Era algo horrible ser torturado inmisericordemente con aquel run-run de la medicina. Afortunadamente yo tuve la oportunidad de elegir ser médico, bombero, asesino, indigente o lo que me diese la gana. Juanca ni siguiera tuvo la oportunidad de elegir profesión ya que desde su más tierna infancia tuvo que soportar un brutal y despiadado lavado de cerebro dirigido a una única profesión sin el más leve resquicio de acceder a ninguna otra. Le gustase o no, otros decidían su futuro diciéndole que era una profesión muy buena, estable y cómoda pero ... ¿Qué hay de sus ilusiones, sus deseos, sus anhelos, sus sueños...?

Si todavía no se apiadan de Juanca es que son ustedes unos desalmados.

Mis amigos, además de desalmados son unos malpensados y creen que Juanca, ya adulto, lo que ha hecho ha sido aprovecharse durante toda su vida de todo lo que le ha rodeado. Me niego a creer eso. Siempre que veo a Juanca veo a un hombre que no le niega una sonrisa ni un chascarrillo a nadie. Cuando va por la calle rara es la ocasión en la que no saluda con un característico y gracioso gesto de su mano a todo el mundo, ya sean conocidos o completos desconocidos. No pasan unas navidades sin que se acuerde de todos y muestre sus mejores deseos. Nunca he oído a nadie decir que haya cometido ninguna fechoría ni ningún acto reprochable. Es más, dudo que puedan hacerlo. Nadie puede hablar mal de él.

Mis amigos podrían haber seguido con sus argumentos y yo con los míos, pero todos éramos conscientes de que no merecía la pena seguir charlando sobre un tema tan tonto y banal. No recuerdo cómo acabó la conversación ni si llegamos a un consenso sobre Juanca, pero de lo que estoy convencido es que no le dedicamos demasiado tiempo y seguramente la charla derivó hacia cosas o personas más importantes.