domingo, 24 de abril de 2011

MI VOTO IRÁ PARA... (4ª parte)

Saludos, ciudadanos.

No pertenezco a ningún partido y por tanto soy libre de votar lo que quiera (los que pertenecen a un partido creen que también, pero no es cierto). Como otros muchos, pienso de vez en cuando si dar mi voto a alguien y en ese caso, a quien. Como todavía no hemos leído los programas electorales, nos hacemos nuestras cábalas y más allá de las simpatías o antipatías que nos despierten tal o cual partido o candidato, intentamos razonar nuestro voto pensando un poco en nosotros mismos y otro poco en la comunidad.

Sigo aquí la serie de artículos en los que intentaré ir explicando el proceso de cómo se genera un voto para un partido (o no, quizá acabe en voto en blanco) a medida que se va produciendo esa tormenta de ideas que son el germen de toda decisión no alocada.

Mi voto irá para los que sean capaces de abstraerse del policorrectismo.

Siempre me ha sorprendido que los plenos municipales comiencen con unas frases de condena a la violencia doméstica del tipo "Lamentamos la muerte de una señora de Valladolid a manos de su ex-pareja. Nuestra firme condena a este lamentable acto. Con ésta ya son XX mujeres que en lo que va de año.... bla, bla, bla..."
¿Pero ésto que es? ¿Qué importa eso en un pleno municipal de una localidad valenciana? ¿Estamos en un telediario de Antena 3 para usar la repetida coletilla del final?
Es que ni siquiera en el lugar de residencia de la víctima deberían mostrar inútiles condenas por parte de los políticos, que lo que tendrían que hacer es ACTUAR con hechos contra el agresor en lugar de tan sólo mostrar vanas palabras con el único fin de contentar a masa aborregada.

Ahora es cuando vienen los defensores de lo políticamente correcto y me saltan al cuello. Pues vale. Pero que antes piensen de cuántas formas nos está perjudicando a todos el maldito policorrectismo. El gobierno Zapateril ha ofrecido vergonzosas muestras de policorrectismo creando por ejemplo un Ministerio de la Vivienda que jamás hizo nada útil y que sólo fue creado para contentar a los zopencos que creían que desde el ejecutivo se iban a atajar los fraudes inmobiliarios e hipotecarios por parte de la banca. También se creó un Ministerio de Igualdad que sólo ha servido para poner en evidencia a Bibiana Aído y fomentar más si cabe la demoníaca discriminación positiva. El policorrectismo hizo prometer al presidente que saldríamos de una guerra para después comprobar que nos metemos en otras. Como si hubiese guerras legales o ilegales o no estuviesen todas ellas dirigidas por los más poderosos gobiernos, o la payasada esa de organización conocida como ONU.

Ser políticamente correcto es ejercer de actor. Hacer y decir lo que convenga en cada momento para no quedar mal, para no ofrecer mala imagen, aunque se dejen por el camino las propias ideologías, las ideas y los principios.

Los políticos actuales (incluidos los nuestros, los de Puçol) se dejan llevar excesivamente por el policorrectismo, lo que se traduce en una inmensa pérdida de tiempo y recursos ya sea con inútiles palabras de cara a la galería o financiando gilipolleces pasajeras para acallar a los más simples.

Es curioso y a la vez insultante que sean los partidos situados más a la derecha los que llevan mejor éste tema: si unos ultrafachas nazis de mierda prometen algo tan miserable y atroz como erradicar la inmigración, resulta que si acceden al poder van y lo cumplen a rajatabla, sin importarles si la gente se les echa encima o lo que digan de ellos. Están ahí para eso y no engañan a nadie. Quizá por eso desgraciadamente están avanzando en Europa, la gente está harta de gobiernos que prometen ventajas sociales y laborales para luego metérnosla doblada y establecer recortes a los más indefensos mientras protegen a la banca y los poderosos. Cuando la gente se siente estafada por el vecino de arriba, suele acudir al vecino totalmente contrario, al de de abajo, sin pararse a pensar siquiera que quizás ninguno de esos es recomendable tenerlo cerca y hay que hacerse amigo de los del edificio de enfrente.

Lo políticamente correcto lleva inevitablemente a la hipocresía cuando no directamente a la mentira descarada. Huiré como de la peste de todo aquel político que muestre síntomas de esta lacra. Se pueden meter sus vacíos cantos de sirena, sus traidoras palmaditas de ánimo, sus forzadas sonrisas y el buenrollismo cabaretero de las condenas enérgicas por donde les quepa.

3 comentarios:

  1. Anónimo4/26/2011

    Totalmente de acuerdo.
    +policorrectismo = -sinceridad.

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  2. un tio4/26/2011

    otro policorrectismo q m pone negro es lo del el 50% de mujeres y 50% de hombres en las listas!!
    q cojones!!! yo kiero los mejores independientemente de lo q tengan entre las piernas!!!!!!

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  3. Lo dije en un viejo artículo y lo mantengo:
    "A diferencia de lo que ocurre con las especies naturales, la selección de los individuos en la selva de la política no atiende a la promoción de los más aptos, sino a razones vinculadas a la proximidad al líder, el parentesco y en general la capacidad de adulación y/o obediencia al que manda.

    Un sistema así premia por fuerza la fidelidad canina al jefe en la misma medida que castiga a las gentes de talento capaces de pensar por sí mismas o -lo que aún es peor- de hacerle sombra al líder. No extrañará, por tanto, que una ley electoral de listas cerradas como la española haya funcionado hasta ahora bajo el principio de selección de las especies de Darwin, sólo que a la inversa. Favoreciendo la mediocridad en lugar de la excelencia."

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